Nightmare {Cap.5}



Esa noche, los Winchester decidieron salir de cacería. Les habían dicho que en una mina abandonada, se escuchaban y veían cosas extrañas, había algunos casos de personas que se encontraban en un extraño estado de coma después de estar cerca de el lugar por lo que quisieron ir a investigar, el lugar se encontraba a unos 30 minutos de Lawrence.

Al llegar ahí, se dieron cuenta que era demasiado terreno para cubrirlo juntos por lo que Dean sugirió que lo mejor era separarse.

Al entrar en una de las galerías de la mina, John percibió pequeñas huellas que de repente desaparecían, por el tamaño no podían ser de un humano.

—Maldición, elfos —pensó, esto no era bueno tenía que buscar a sus hijos para prevenirlos.

Por lo que había leído sobre ellos, eran seres mágicos de extraordinaria belleza, había dos tipos: los de luz, que amaban la naturaleza, de carácter pacífico y los de oscuridad, que se ocultaban en lugares subterráneos, seres malignos y traidores.

Sam se encontraba en la parte externo de la mina, cuando se dio cuenta que era observado por una pequeña mujer de largos cabellos y orejas puntiagudas.
Se acercó despacio tratando de no asustar a la criatura a pesar de que su padre siempre les había ordenado jamás acercarse solos a esos traicioneros seres que normalmente engañaban a sus confiadas victimas con su aire inofensivo.

—¿Quién eres, vives aquí? —le preguntó, le pareció inofensiva.

John encontró al mayor de sus hijos, le contó su descubrimiento,  lo mejor era retirarse del lugar hasta saber como combatir a esas criaturas.

Los dos cazadores buscaban al menor de los Winchester, cuando lo vieron hablando con la mujer pero no fueron los únicos, otro elfo los veía.
El muchacho al escuchar su nombre camino hacia ellos, en ese momento el otro ser lo atacó por la espalda.

—¡Sam, cuidado! —le gritaron pero fue demasiado tarde, vieron como caía de rodillas al suelo.

Dean corrió hacia su hermano mientras John trataba de alcanzar al ser en vano.

El muchacho rubio se encontraba hincado con su hermano en sus brazos, al revisar al chico se dio cuenta que estaba sangrando, la criatura lo había herido en la espalda con algún tipo de arma punzocortante.

El cazador regresó al lado de su muchacho quitándoselo de los brazos a su hijo mayor que lo abrazaba, Dean estaba desesperado al ver a su hermanito herido.
John no supo de donde sacó la fuerza para levantarlo en brazos y correr hacia el Impala.

—Papá, tengo frío —le dijo el enorme muchacho temblando en sus brazos.

John lo abrazó.

—Tranquilo Sammy te tengo, te vas a poner bien, tienes que permanecer despierto hijo —le decía mientras lo llevaba al auto.

Lo depositó en el asiento trasero, tenían que darse prisa ya que el muchacho estaba perdiendo mucha sangre.

—Dean, vete atrás con tu hermano y no permitas que se duerma, haz lo que sea para impedirlo, presiona su herida —le indicó al otro muchacho.

El joven asintió entrando al auto, sabía que en cualquier momento su hermano podía entrar en shock, le hablaba contándole historias de cuando eran más jóvenes mientras le retiraba los largos cabellos del rostro.

—Oye Sasquatch, tienes que cortarte el cabello si no van a decir que en lugar de una hermana tengo dos, te podríamos llamar Samantha —le decía mientras acariciaba sus cabellos.

El chico lo miró y trató de sonreír por su broma pero la herida dolía demasiado y además tenía tanto sueño.

—No te atrevas… a llamarme… así Dean —le dijo respirando entrecortado.

John conducía lo más rápido que podía forzando el motor del Impala al máximo, de vez en cuando miraba a sus hijos por el retrovisor, cada vez más preocupado por su muchacho y a la vez enojado por la imprudencia del menor de sus hijos.

—¡Samuel no te atrevas a dormirte, cuando esto acabe tú y yo vamos a tener una platica sobre tu falta de juicio y tú desobediencia ¿Me escuchaste niñito?! — le gritaba cada vez que veía que su hijo cerraba los ojos.

Sam cada vez estaba más débil, pero abría los ojos al escuchar la voz de su padre, sabía que estaba enojado no solo por el tono en su voz si no por el término que había usado, trato de obedecer y disculparse pero ya no pudo evitar quedarse dormido.

—Hey Sasquatch, abre los ojos, ¡Papá no responde! —exclamó mientras sacudía a su hermano desesperado.

Cuando llegaron a la sala de urgencias del hospital Sam ya iba inconsciente, de inmediato lo atendieron.

Dean llamó por teléfono a Bobby explicándole  lo que había sucedido, el amigo de su padre podría tener alguna respuesta mientras que John hablaba con los médicos.

Estaban desconcertados ya que las heridas de Sam eran graves pero no podían explicar ese estado de inconsciencia, le dijeron que lo único que podían hacer era esperar a que despertara pero no sabían cuanto podía tardar, mientras iban a tratarlo de lo demás.

Susan y Dianne llegaron momentos después.

—Bobby nos aviso, ¿Hay alguna novedad? —les preguntaron pero ambos negaron con la cabeza.

Un médico se acercó a ellos para decirles que Sam iba a entrar a cirugía debido a la herida en la espalda, esperaban que no hubiera tocado la columna y necesitaba que John firmara las formas donde daba su consentimiento.

La operación duró aproximadamente cuatro horas que a todos les parecieron siglos, el patriarca de los Winchester se paseaba como león enjaulado preguntando a cada rato si había noticias de su hijo menor.

Minutos después de que el cirujano les dijera que ya habían arreglado el daño y que todo había salido bien, trasladaron al chico a una habitación, parecía como si solo estuviera dormido.

Pasaban los días y la condición de Sam seguía exactamente igual, ninguno de los dos Winchester se separaba un momento de su lado.

Dean se encontraba sentado a un lado de la cama, no paraba de hablarle, seguro de que su hermano menor lo escuchaba.

—No tendrías más de cinco años cuando empezaste a hacer preguntas ¿Por qué no teníamos mamá, por qué papá viajaba tanto, a donde iba por días? Recuerdo que te rogaba que ya no preguntaras nada, no quería que supieras, quería que siguieras siendo un niño pequeño solo un poco  más. Aunque papá no lo dijera yo sabía que era mi trabajo protegerte —le contaba mientras gruesas lágrimas corrían por su mejillas.

A Susan le partía el alma verlo, el joven cazador no era muy dado a demostrar sus emociones por lo que se daba cuenta que el muchacho estaba sufriendo, la mujer no quería ni pensar en que sería del muchacho si su hermano no despertaba o moría.




Tanto Dean como su padre llevaban días sin dormir ni comer, Bobby que había llegado poco después que ellas, trataba de que  descansaran pero se rehusaban.

—Johnny por que no me acompañas si hay algún cambio, estoy seguro que Susan te avisará —le decía su amigo. El hombre lo miró fríamente.

—No voy a ninguna parte, estoy bien, Sam va a despertar y tengo que estar aquí —le contestó seco.

John cada vez estaba más irritable y descargaba su frustración con quién estuviera cerca, al grado de llegar a golpear a Bobby o de gritarle a Susan.

—Algo grande viene y tenemos que detenerlo, vamos —le dijo el otro cazador en voz baja.

John lo miró furioso, se levantó y tomándolo por las solapas de la camisa, le gritó.

—¡Pues que venga, en este momento no me importa si el maldito mundo se acaba mañana, ¿Me escuchas? Sammy me necesita y no me voy a mover de aquí! —golpeándolo con el puño en la cara cuando el otro trató de tomarlo del brazo.

Susan trató de calmarlo pero era imposible, estaba demasiado alterado.

—¿No crees que ya di demasiado, que hemos sacrificado lo suficiente, cuanto más? Vi morir a Mary, Sue tuve que dejar a mi pequeña con unos extraños sin saber si la volvería a ver  y ahora esto. ¡Ya acabe, no puedo ver a mis hijos morir, lárgate y déjenos solos! —le gritó a la mujer.

Al ver la mirada dolida de Susan y la expresión asustada de Dianne que nunca lo había visto así, el hombre se disculpó.

—Tienes que calmarte John, no eres el único angustiado, ¿No has escuchado a Dean verdad? Hazlo por él —le reclamó señalando al otro muchacho que se sentía culpable de lo sucedido.

Los dos miraban al muchacho, lucía totalmente abatido. Al escucharlo John sintió que se le partía el corazón.
Se veía más joven de lo que realmente era.




—Tenía que mantenerte a salvo, era mi responsabilidad ¿sabes? era mi trabajo y lo arruine, mírate Sammy, decepciono a todos los que amo a Mamá, a Papá y ahora a ti —decía tratando de limpiarse las lágrimas que no se detenían—. Los defraude ¡¿Que voy a hacer, que se supone que debo hacer Sammy?! —gritó desesperado.

Sintió una mano en su hombro, rápidamente levantó la mirada, era su padre que le miraba serio.

El muchacho avergonzado se limpió la cara con el dorso de la mano.

—No hijo, ese es mi trabajo, no fue tu culpa —le dijo mientras le masajeaba el cuello tratando de disminuir la tensión en el muchacho.

Bobby se dio cuenta que las cosas se estaban calmando, por lo que decidió regresar a su casa, tenía que averiguar todo lo que pudiera sobre los Elfos. Encontrar entre sus libros, una cura para Sam.


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Sam se despertó sobresaltado, recordaba lo sucedido en la mina pero al mirar a su alrededor, se dio cuenta que se encuentra en una habitación desconocida.

Se incorporó despacio ya que se sentía mareado y con dolor de cabeza, al pasar frente un espejo se dio cuenta que traía puesta una camiseta y pantalón de pijama ¿Su padre lo habría desvestido, donde se encontraba?
Se levantó la camiseta frente al espejo y se dio la vuelta para ver la herida en  su espalda pero no tenía nada.

Al salir de la habitación vio unas escaleras, decidió bajar cautelosamente, la casa le parecía familiar pero no sabía por que, escuchó voces y se dirigió hacia donde provenían.

Al acercarse se dio cuenta que venían de la cocina, sentados a la mesa vio a su hermano y a su padre conversando animadamente, una mujer rubia se encontraba de espaldas, cocinaba algo en la estufa frente a ella.

— ¿Mamá? —preguntó dudando.

La mujer giró la cabeza y le sonrió.

—Buenos días dormilón ¿Llegaste tarde anoche? —le dijo mientras le daba un beso en la mejilla.

Sam la abrazó con fuerza, cuando la soltó la mujer lo vio preocupada, su hijo tenía lágrimas en los ojos.

—¿Hijo, estás bien? —le preguntó su padre pero antes de que el muchacho pudiera responder, Jo entró corriendo en la habitación.

La muchacha hablaba sin parar, tomando una rebanada de pan tostado y dándole un trago al café de Dean, que la miraba molesto.

Sam la miraba sorprendido deambular de un lado al otro de la cocina sin parar de hablar.

—Mamá, no me esperen a comer, Didi y yo vamos de compras, tenemos muchas cosas que hacer todavía, invitaciones, nuestros vestidos. Por cierto, Tía Susan quiere saber si puedes pasar por el restaurante para planear el menú de la boda. Planear una boda es agotador, papi necesito dinero —le dijo mientras extendía la mano en dirección a John, parecía que no respiraba para hablar.

Sam no entendía lo que ocurría, ¿Por qué Jo le decía tía a Susan y desde cuando Dianne y Jo eran amigas, quién se casaba, desde cuando vivían todos juntos y lo más importante, por qué su madre estaba viva? —pensaba el chico observándolos.

—¿Quién se casa Jo? —preguntó limpiándose la cara con la mano.

Su hermana lo miró, como si se estuviera burlando de ella.

—Duh, pues Dean con Didi tonto, ¿Estás borracho todavía y por qué me llamas Jo, Sam? Bueno luego me cuentas —le contestó volteando los ojos molesta.

Decidió ignorarlo, les dijo que tenían que pasar a recoger sus trajes al día siguiente, tomó los billetes que había sacado John de la cartera, les dio un beso a sus padres y salió tan rápido como había entrado.

Estaba pasando algo raro, decidió el muchacho, tenía que averiguar que era lo que sucedía por lo que era mejor seguirles la corriente.

Se dirigió a la sala, observaba todo, pero lo que llamó su atención fueron varias fotografías de los cinco en diversos momentos de sus vidas.

—Tranquila Mamá, solo estoy cansado voy a darme un baño, estoy feliz de verte, eres hermosa ¿Cuándo era pequeño hubo algún incendio aquí? —dijo dándole su mejor sonrisa para tranquilizarla.

Su madre lo observaba preocupada, le respondió que no, la abrazó nuevamente y subió a su habitación.

Mientras se duchaba, recordó la razón de por qué la casa le resultaba familiar, había estado ahí siete años atrás, era la casa de Jenny. Solo que ahora su familia vivía aquí.

Parecía como si no hubiera pasado nada veintidós años atrás, era real o la vida que recordaba había sido un sueño, tenía que averiguarlo.

Cuando salió del baño se encontró con su padre en la recámara, el hombre estaba de pie, mirando por la ventana, cuando sintió la presencia de su hijo se volvió hacia él, su expresión era seria.

—Samuel tenemos que hablar, en la fiesta a la que fuiste anoche ¿Consumiste algo además de alcohol, alguna droga? Estás actuando raro y tu madre y yo estamos preocupados. Hoy vamos a cenar con los Holls y espero que te comportes ¿Quedo claro? —exigió severo.

Sam estaba perplejo, él nunca había consumido drogas, lo miró como si hubiera perdido el juicio, estaba a punto de responderle pero pensó que era mejor mostrar su mejor comportamiento.

—Si señor— Respondió de manera respetuosa.

El hombre lo miró esperando a que respondiera a la pregunta.

—No consumí nada yo no le hago a las drogas, solo estoy cansado de verdad Papá —tratando de no voltear los ojos, sabía que su padre tomaría eso como una falta de respeto, algo que para John Winchester no era admisible.

—Ah ¿No consumes nada entonces te importaría explicarme que es esto y por qué estaban en tu cajón? Mira no soy estúpido Samuel  y si sabes lo que te conviene dejas esto ahora mismo ¿Fui lo suficientemente claro? — preguntó sarcásticamente mientras le mostraba 3 cigarros de marihuana en la palma de su mano.

El muchacho los miró sin saber que decir, cada vez entendía menos lo que sucedía le explico que no eran suyos pero su padre no le creyó y le advirtió que si no cambiaba su comportamiento se tendría que atener a las consecuencias, cuando el joven levantó la voz para defenderse su padre le propino una bofetada y le preguntó nuevamente si había entendido que su comportamiento no iba a ser tolerado ni sus mentiras.

—Si señor, me voy a comportar —respondió evitando su mirada.

Su padre asintió y salió de la habitación del confundido muchacho.





Por la noche, en casa de los Holls, se encontraban reunidos en la sala conversando cuando para su sorpresa, James Holls entró en la habitación acompañado de un joven alto de cabello oscuro y ojos azules mas o menos de la edad de Dean pero Sam no reconoció su cara, sabía que lo conocía pero no podía recordar de donde.

Se disculpó por el retraso alegando que había tenido un contratiempo en su oficina, el hombre lucía igual a como Sam lo recordaba con excepción de algunas canas y la barba que lucía actualmente.

Durante la cena observó la escena, todos lucían felices, sus padres y los de su amiga charlaban mientras que sus hermanos discutían con Dianne los detalles de la boda.

Todo parecía perfecto, su madre y James estaban vivos, su hermana estaba con ellos y Dean y su mejor amiga se iban a casar, la vida que siempre quiso.

Pero entonces por que sentía que algo no estaba bien, que todo era demasiado perfecto, ¿Por qué no solo se podía sentir feliz por los demás y quién era aquel arrogante muchacho que lo miraba con repudio?

—Dean, quería felicitarte por tu boda con Didi, ¿Qué opinas si después vamos a celebrar? Todavía es temprano —dijo sonriéndole mientras le ponía la mano en el hombro.

Su hermano lo miró molesto quitándole la mano del hombro, se acercó para que solo Sam lo oyera fingiendo arreglarle la corbata.

—¿Celebrar…tú y yo…estás bromeando, verdad? Después de que el mes pasado trataste de seducir a mi novia. No te he roto la cara por mamá, pero te aconsejo  que dejes de jugar al buen hermano, eso terminó cuando me robaste mis tarjetas para comprar tus…cosas, ya es muy tarde para eso de ser hermanos. Ah…por cierto deja de fumar como chimenea, tu cuarto huele a cantina barata —le dijo mientras le daba unas palmadas en la mejilla y se alejaba.

Sam no podía creer lo que su hermano le había dicho, Dean era la persona más importante en su vida, y ahora lo odiaba, tenía que ser una pesadilla…o algo más.

Decidió probar sus teorías, tenían que estar poseídos por demonios o ser Metamorfos, recordaba que estos últimos podían tomar la forma así como la personalidad de quién quisieran.

Había dos formas de detectar a un cambia-formas, una era cortándolo con un objeto de plata lo cual descartó, o tomándoles video ya que en éste los ojos se les iluminaban.

Grabó toda la escena con su teléfono celular pero al revisarlo no había nada, todos lucían normales.

Tenían que ser demonios, analizó sus opciones no tenía a la mano agua bendita, recordó la palabra en latín que podía hacer que se descubrieran.

—¡Christus! —exclamó en voz alta, fingiendo golpearse la pierna con la mesa, esperando alguna reacción pero solo lo miraron extrañados.

Fingiendo malestar, se disculpó y se marchó rumbo a su casa.





Había una persona en la que podía confiar, que lo podría ayudar a descubrir que sucedía, el amigo de su padre, Bobby. Marcó su numero esperando escuchar la familiar voz pero solo le respondió una grabación que le indicaba que ese número no existía.

Frustrado entró en la casa, buscó en todas las habitaciones esperando encontrar alguna señal, pero todo parecía normal.

Decidió que si el amigo de su padre no le contestaba lo mejor era ir a buscarlo por lo que salió de la casa dejando una nota explicando que regresaba en un par de días y tomando las llaves de la camioneta de su “madre” se marchó rumbo a Sioux Falls en Dakota del Sur, eran las 11 de la noche por lo que estaría allá temprano.

De camino encontró la desviación a Lincoln y pensó pasar a ver si Caleb, otro cazador amigo de su padre, sabría algo pero al llegar a su rancho le dijeron que tanto él como su esposa se encontraban de viaje fuera del país por lo que decidió continuar su viaje a casa de Bobby.

Eran pasadas las siete de la mañana cuando llegó, estaba cansado por manejar toda la noche pero necesitaba encontrar respuestas y estaba seguro que el cazador se las daría o por lo menos lo ayudaría a encontrarlas, cuando tocó a la puerta lo recibió una mujer acompañada de un muchacho  de la edad de Sam.

—Buenos días señora estoy buscando a Robert Singer, es amigo de mi padre y me urge verlo —explicó tratando de ver por encima de ella, en ese momento apareció el hombre para ver quién era.

El muchacho lo vio y de inmediato entró y lo abrazó.

—Dios Bobby no sabes el gusto que me da verte, no sabía si te encontraría —le dijo el joven Winchester.

El hombre lo miró extrañado y se separo de él.

—Me alegra que estés feliz de encontrarme,  pero muchacho ¿Quién eres? Escuché que le decías a mi esposa Karen que soy amigo de tu padre ¿Cómo se llama y en que puedo ayudarte? —preguntó estudiando al alto joven frente a él.

Sam sintió que se le iba la sangre a los pies cuando se dio cuenta de que el hombre que para él era como su tío no lo reconocía.

—No me digas eso  por favor Bobby, si es una broma no es graciosa soy yo Sam ¿Sam Winchester, el hijo de John Winchester, hermano de Dean? Me conoces desde que tenía 6 meses de edad, necesito tu ayuda Tío Bobby —dijo desesperado y en sus enormes ojos verdes se reflejaba su angustia.

La mujer se compadeció de él y lo invitó a pasar, el interior de la casa lucía totalmente distinto de como Sam lo recordaba, no había libros apilados por todas partes y estaba todo arreglado, se podría decir que el lugar tenía un aire hogareño.

Sam pasaba la mirada buscando algún indicio de lo que era un sitio familiar para él desde su temprana infancia, algo que le indicara que no estaba perdiendo la razón.

—Muy bien Sam necesito que primero te tranquilices y vemos en que te puedo ayudar —Bobby se sentó frente a él en la sala y le pidió que le contara todo desde el principio había algo en el alto joven que le daba confianza.

El joven Winchester le narró lo que le había sucedido desde que salió de cacería con su familia hasta la pelea con su hermano en casa de los Holls también le explicó como años atrás lo había conocido su padre y como ese era como otro hogar para él y su hermano.

Sam se dio cuenta de que el cazador no tenía idea de quién era y por lo que veía tampoco se dedicaba a la cacería, la mirada que le dirigía era como si le hubiera dicho que venía de otro planeta.

—Mira muchacho sé que para ti todo esto de los monstruos te parece real pero creo que lo que tienes que hacer es seguir el consejo de tu padre y no consumir esas porquerías que te pueden matar, he escuchado tu historia y la verdad hijo es que  no te conozco ni a tu familia a quién si conozco es a Jim Holls y por consideración a que tu hermano se va a casar con Dianne te aconsejo regreses a tu casa y te pongas en las manos de un médico, ahora te pido por favor que te marches —le dijo poniéndose de pie y tomándolo del brazo lo encamino a la puerta.

El muchacho pensó que lo mejor era marcharse antes de que el hombre decidiera llamar a la policía y regresar a Kansas antes de que oscureciera.

—Siento mucho haberlos molestado, me da gusto que tu esposa está bien y tienes un hijo Bobby veo que eres feliz y me alegro por ti, adiós y otra vez perdón no debí venir —dijo mientras se dirigía a la camioneta y arrancó el motor para salir de la propiedad.

Mientras se alejaba en el auto por el espejo retrovisor veía al hombre parado afuera de su casa y las lagrimas empezaron a bañar su rostro, el hombre que tantas veces los había cuidado de pequeños y le había curado las rodillas raspadas cuando se caía jugando entre los autos descompuestos o que sin que su padre lo supiera lo consolaba cuando lloraba por algún castigo o regaño de John, ahora no sabía quién era y eso le dolía en el alma.

Durante el trayecto de regreso a su casa, Sam no dejaba de preguntarse por qué le estaba sucediendo  esto,  para esos momentos dudaba si lo que estaba viviendo era realidad o fantasía y si realmente consumía drogas entonces todo podía ser solo una alucinación  pero seguía teniendo el sentimiento de que todo era muy extraño.

Tuvo que orillarse en el camino ya que el llanto no le dejaba ver con claridad, sentía que su vida, la que había conocido hasta ahora se estaba derrumbando y era más de lo que el gentil muchacho podía soportar, estuvo llorando por largo rato hasta que sus lagrimas se agotaron, exhausto emprendió nuevamente el regreso.

Para cuando llegó a Lawrence ya era de madrugada, en su casa todo estaba apagado y en silencio pero en cuanto  iba a subir las escaleras una luz se encendió en la sala sorprendiéndolo.

—Vaya el hijo prodigo regreso ¿Qué no pudiste vender el auto de mamá para comprar tus porquerías? —le dijo su hermano burlonamente acercándose para ver si venía ebrio o drogado.

Instintivamente se alejó de él esquivando su mirada ya que no quería que si se daba cuenta de que había llorado se burlara de él pero cuando el otro muchacho se acercó más Sam lo empujo.

—Dean de verdad lo siento hermano, lo que pasa es que me sorprendiste —se disculpó y trató de explicarle su reacción.

Le dijo que no había tomado nada  ni tratado de vender el auto pero cuando le estaba por contar sobre su visita a casa de Bobby su hermano lo interrumpió.

—Sabes está bien, no me interesa y no te pido que cambies solo te pido que pienses en el daño que le haces a Mamá con tu comportamiento pero finalmente lo que hagas con tu vida no es mi problema ya que la verdad tú y yo no tenemos nada en común, ni siquiera puedo creer que tenemos la misma sangre —dijo sin importarle su respuesta.

La falta de interés de Dean hacia su persona realmente le dolía a Sam, para él su hermano era muy importante, Dean prácticamente lo había criado ya que su padre siempre estaba fuera y realmente le lastimaba su actitud agresiva y sus palabras, le contestó que tenían muchas cosas en común como los viajes y la cacería.

—Jamás hemos ido de cacería Sam ni hemos salido de viaje tú y yo —contestó extrañado por el comentario.

Cuando se dirigía a las escaleras su hermano menor lo tomó del brazo.

—Tal vez deberíamos hacerlo ¿No crees? Me gustaría poder arreglar de alguna manera nuestra relación, volver a ser hermanos —preguntó Sam esperanzado.

Dean lo miró como si sufriera de algún tipo de enfermedad o fuera estúpido y solo movió la cabeza antes de marcharse dejándolo parado al pie de las escaleras sin responderle.

Confundido y dolido se acostó en su cama, con la idea de que seguramente lo que recordaba había sido un mal sueño, pensando en lo que su hermano mayor le había dicho un día antes, miró la cajetilla de cigarros mentolados sobre su mesita de noche y la tiró al basurero.






A la mañana siguiente, se levantó temprano y se duchó, nunca se había sentido más solo o deprimido,  para cuando bajo las escaleras su familia se encontraba desayunando en la cocina, comentaban la cena en casa de los Holls.

En cuanto el muchacho entró todos lo voltearon  a ver, se hizo un silencio incómodo. Su padre lo miró enojado.

—¿Me puedes explicar adonde demonios te largaste con el auto de tu madre todo el día? —exigió el enojado hombre—. ¡Te hice una pregunta Samuel Winchester! —grito al ver que el joven no respondía acercándose a él.

Su esposa lo tomó del brazo y le pidió que se calmara y dejara que el chico les explicara.

Sam se disculpó con la familia por su comportamiento hasta ese momento, le dijo a su padre que había ido a pensar y se había dado cuenta de que tenía que cambiar prometiéndoles reformarse.

Sus padres se mostraron complacidos por el cambio de actitud de su hijo, sentían que ésta vez iba en serio, pero Dean lo miraba desconfiado.

—Siempre dices que lo sientes Sam, cambias unos días pero regresas a lo mismo —le dijo su hermano mayor, tomando un sorbo de café.

—Dean, tu hermano merece una oportunidad, dale el beneficio de la duda, Sammy cuentas con nuestro apoyo, todos te vamos a ayudar —dijo John poniendo la mano sobre el hombro del muchacho, ambos sonreían pero cuando vio que Dean volteaba los ojos molesto se giró dirigiéndole a su otro hijo una mirada de reproche.

Ese día en las noticias anunciaban el aniversario de la muerte de unas personas en la carretera, Sam se impactó al escuchar los nombres ya que eran personas que ellos habían salvado años atrás.

Fue a su cuarto a buscar en su computadora y todos los casos en los que habían trabajado tenían consecuencias fatales, la gente que habían ayudado estaba muerta, el muchacho veía con horror la pantalla y sus dudas surgieron de nuevo.

Se preguntaba por qué ahora encontraba eso, ¿Acaso no podía tener una vida normal, su madre no tenía derecho a estar viva o James, Dean no tenía derecho a casarse y ser feliz? ¿Por qué tenían que sacrificar todo, salvar a la gente?

Trato de contactar a otros cazadores pero no obtuvo ninguna respuesta y ese día tomó la decisión de marcharse de casa y volver a cazar pero esta vez solo, su felicidad no valía nada a cambio de la vida de otras personas, pasando la boda de Dean le anunciaría a su familia la resolución a la que había llegado por supuesto omitiendo la parte de la cacería.

Al cabo de unos días el cambio en el chico era notable, había conseguido con la ayuda de James un trabajo en la fiscalía además de asistir regularmente a clases en la universidad, ya no fumaba, comía más sano, era atento con todos pese al trato brusco de Dean. Sam era feliz y estaba decidido a ganarse la confianza de su hermano.

Desgraciadamente la calma no duró mucho, el día de la boda se encontraba buscando unos documentos que debía entregar después de la ceremonia pero en su lugar encontró una libreta con el borrador de una carta escrita por él, estaba dirigida al padre de su futura cuñada, fechada un mes atrás.



Querido Jim:
Por el cariño que siento hacia ti y tu familia, me siento en la obligación de evitar que seas engañado. Tienes que impedir la boda entre mi hermano Dean y Dianne. Acabo de descubrir que mi hermano no es quién aparenta, se dedica a actos ilegales como dirigir apuestas y se relaciona con delincuentes peligrosos. Desde hace varios meses involucró a tu hija en esto.
Lo más grave es que ella está embarazada, comprenderás mi preocupación es necesario que la alejes de él.
Discúlpame por causarte este disgusto pero no creo que sea justo que te mientan.

Sam Winchester



Para cuando terminó de leerla, tenía los ojos desorbitados, no lo podía creer cada una de las palabras destilaba veneno en contra de su hermano, al final de la página había una anotación sobre la fecha en que se entregaría, era ese día.

Tenía que impedir que James la leyera, sabía que su hermano se dirigía a casa de los Holls en ese momento para la ceremonia, podía ocurrir una tragedia.

Su hermana y sus padres ya estaban listos para salir rumbo al evento.

Bajó a toda prisa las escaleras alarmando a sus padres,  solo les explicó que tenía un mal presentimiento y debía darse prisa. 



 

Cuando llegaron a la casa todo parecía normal, Susan corría entre la casa y el restaurante viendo que todo estuviera listo para el banquete, en el jardín todo estaba dispuesto para la ceremonia y los primeros invitados ya comenzaban a llegar.

Cuando la joven salió al jardín del brazo de su padre todos estuvieron de acuerdo en que lucía muy hermosa, su vestido era sencillo pero elegante con los hombros descubiertos y llevaba el cabello rubio suelto que caía sobre sus hombros en suaves ondas solo cubierto por el sencillo velo.

Dean la esperaba parado junto con su familia, el sacerdote y la madre de ella escoltada por el misterioso joven de ojos claros, en una pérgola adornada con flores blancas al fondo del jardín, el muchacho rubio la miraba con adoración.

La ceremonia fue hermosa sobre todo cuando intercambiaron sus votos, Sam no había visto a su hermano más feliz en toda su vida y por esa razón el sentimiento de culpa por la maldita carta lo embargaba, tenía que impedir a toda costa que James la leyera, no podía permitir truncar la felicidad de su hermano o de su amiga.

Todo iba a pedir de boca desde la ceremonia, las fotografías, el banquete, incluso Dean cambió ese día su actitud hacia él y le sonreía, cuando la música comenzó a sonar la feliz pareja se dio tiempo entre su paseo por las mesas para saludar a la gente y bailar algunas piezas, todo era perfecto y la gente estaba disfrutando del feliz acontecimiento.

Mientras esto ocurría Sam buscaba desesperado en la casa la dichosa carta, misma que encontró todavía cerrada en el escritorio del padre de su amiga, la tomó y cuando iba de salida se encontró con Susan.

—¿Sam qué haces en el despacho de Jim? Me parece que ese sobre va dirigido a él y estaba en su escritorio, entrégamelo Samuel ¿O tal vez prefieres que llame a tu padre para que te enseñe a respetar las cosas de los demás? —dijo la mujer de cabello cobrizo extendiendo su mano, el muchacho avergonzado le entregó la carta—. Realmente pensé que habías cambiado pero me doy cuenta de que todo fue una farsa —Continuo la mujer, le dirigió una última mirada y salió rumbo al restaurante.

 Elizabeth entró en la casa unos momentos después buscando a su gemelo pero cuando lo encontró éste no le presto atención, solo tenía una cosa en mente y era recuperar la maldita carta antes de que el detective la leyera.




Desgraciadamente ya era muy tarde, James Holls ya había leído el malicioso escrito y mantenía una acalorada discusión con su hija en el jardín donde había sido la ceremonia.

—¡Dianne Nicole Holls, me puedes explicar esto! ¿Qué significa lo que dice aquí, estás embarazada? —gritaba sacudiendo a la asustada muchacha por los hombros.

Susan trataba de calmar al enfurecido hombre, tenía que haber una explicación razonable para esto.

—Papá por favor déjame explicarte, las cosas no son como parecen, Dean no es un delincuente y bueno nos amamos, pensé que te daría gusto saber que vas a ser abuelo —contestó llorando.

En ese momento James la abofeteó, provocando que la muchacha perdiera el equilibrio cayendo al suelo, su labio inferior sangraba por el golpe recibido.

Susan intervino interponiéndose entre su hija y el iracundo hombre, no podía permitir que su marido golpeara a su hija, James estaba fuera de si, la joven lloraba tratando de defender a su ahora marido pero su padre gritaba que le haría pagar por lo que le había hecho, había abusado de su confianza.

El muchacho rubio al escuchar los gritos decidió que no podía permitir que su esposa enfrentara la situación sola, enfilándose hacia donde se encontraban.

En el momento que James vio a Dean, lo enfrento con su pistola en la mano, la muchacha le imploraba que no le hiciera nada.

—Papi por favor no lo hagas, no fue su culpa, él significa mucho para mí—repetía pero su padre estaba cegado por la ira.

Cuando el detective disparó en contra del joven, Dianne se atravesó y recibió el fatal impacto cayendo en sus brazos.

En ese momento los Winchester escucharon el escandalo y llegaron presenciando el suceso, Sam no podía creer lo que estaba ocurriendo, era su peor pesadilla.

La escena delante de él era terrible, Dean se encontraba en el suelo abrazando a la chica muerta, el vestido de novia antes blanco en ese momento estaba teñido por la sangre de la joven al igual que el traje  de él, Dean se mecía adelante y atrás susurrándole al oído mientras le acariciaba el cabello, le rogaba que no lo dejara.

—¡Mary, llama al novecientos once! —John le gritó a su esposa que contemplaba inmóvil lo que sucedía.

James se encontraba en shock mirando a su hija muerta, mientras que Susan lloraba histérica tratando de quitarle al devastado joven el cuerpo de su hija. Dean tenía las manos bañadas con la sangre de su recién esposa.

—¡Jimmy ¿Qué hiciste, qué pasó?! —sacudiéndolo para hacerlo reaccionar,  John vio en una de sus manos la carta, reconoció la letra del menor de sus hijos, al leerla se giró hacia el muchacho.

—¿Por qué Samuel, tanto odias a tu hermano para causarle este daño? —preguntó con voz dura pero su mirada era de profunda tristeza.

Sam negaba con la cabeza, no sabía que contestar, no podía creer que hubiera tanta maldad en él.

Sin que nadie se diera cuenta le quitó el arma de las manos  al detective, por su rostro corrían las lágrimas, sabía lo que debía hacer, su familia no merecía el daño que él les causaba.
Mary abrazaba a su hijo mayor tratando de consolarlo pero el muchacho estaba destrozado.

—¡No Sam! —gritó su madre al ver sus intenciones.

En el lugar solo se escuchó un disparo.


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En el hospital Dean dormía profundamente por el sedante que le habían aplicado, se encontraba recostado en el sillón, su cabeza descansaba en las piernas de Susan que le acariciaba el cabello.

Ellen y Jo esperaban fuera de la habitación en silencio, mientras que Bobby y Will hablaban, no habían encontrado nada para revertir lo que el elfo le hubiera causado al chico por lo que Bobby había decidido regresar al nosocomio, les explico que estos seres cuando atacaban producían en su victima un sueño profundo donde vivían sus peores pesadillas y la única forma de despertar era muriendo en el sueño pero no todos lo lograban, solo quedaba esperar y rogar por que el muchacho encontrara la forma de volver con ellos.

Dianne  venía del restaurante con comida para todos, pero al acercarse a la habitación, Jo le cortó el paso empujándola.

Ellen trato de calmarla pero la chica estaba decidida a no dejarla pasar.

—¿Qué haces aquí? Vete tú no perteneces a la familia, ¿Qué no me oyes estúpida? ¡Lárgate! —gritó al ver que la otra chica no se movía.

Dianne había dejado los paquetes en el suelo, levantó las manos para calmar a la joven.

—Jo tranquilízate, Sam es mi amigo y me importa lo que le sucede, no quiero problemas contigo —le decía calmadamente.

Pero la gemela del chico la empujó nuevamente haciéndola caer al suelo, en ese momento decidió que no iba a permitir que la siguiera agrediendo y también la empujó.

Las dos jóvenes comenzaron a forcejear y a discutir cuando sintieron que alguien las separaba.

John las tenía sujetas por el cuello, separándolas.

Las condujo en silencio al balcón que se encontraba al final del pasillo ante la mirada de los otros tres cazadores.

—¿Me pueden explicar que está pasando aquí? ¡Este no es el momento ni el lugar para sus berrinches! Dejen de actuar como un par de mocosas malcriadas —las amonestó con voz fuerte.

Las dos chicas lo miraron asombradas, tenía el ceño fruncido y sus ojos verdes llameaban furiosos.

Las dos al mismo tiempo, trataron de explicarle.

—Pero Papá, Dianne no tiene nada que hacer aquí y además la estúpida me agredió —decía Jo.
—No es verdad John, eres una maldita mentirosa Joanna, tú me empujaste y además yo voy a donde me dé la gana… —replicaba la otra joven.

John volteo los ojos exasperado por la actitud infantil de las dos chicas, golpeó con la palma de la mano una mesa que se encontraba cerca.
Las dos jóvenes brincaron por el estruendo, mirándolo asustadas.

—¡Basta ya ustedes dos! —gritó el cazador—. Sam no ha despertado aún y todos estamos preocupados, en cuanto a ustedes, dejarán las mentiras, insultos y todo lo que implique una pelea entre las dos. Sé todo lo que ha ocurrido y saben muy bien las dos, que por menos las hubiera puesto sobre mis rodillas y no me importa que edad tengan, si se comportan como niñas de esa manera las voy a tratar, les aconsejo que se comporten ¿Está claro? —les dijo pasando la mirada de una chica a la otra.

Las jóvenes lo miraron incrédulas ante la amenaza, él jamás les había pegado  a ellas, pero no se iban a arriesgar, asintieron bajando la mirada.

—Si señor —respondieron al unísono.

Asintió pero en cuanto abrió la puerta del balcón para entrar al pasillo, las chicas comenzaron de nuevo, se giró hacia ellas, de inmediato ambas se callaron.

—No va a haber una tercera advertencia, no quiero oír ni una sola queja sobre ustedes la próxima vez les voy a enseñar a comportarse en un hospital y antes de que lo digas Dianne estoy consciente de que no soy tu padre pero eso no me va impedir darte una lección de modales y respecto a ti Elizabeth mas te vale que calmes tu temperamento si sabes lo que te conviene, siempre hay una primera vez. En cuanto se calmen las dos pueden entrar a ver a Sam —las regaño severamente como si se tratara de dos niñas maleducadas y entró nuevamente encaminándose hacia la habitación de su hijo.

Dentro del cuarto, su mirada se cruzó con la de Susan, que seguía con la cabeza de Dean apoyada en su regazo.

—¿Algún problema? —preguntó mientras continuaba acariciando el cabello del joven dormido junto a ella, había escuchado el barullo afuera.

—Nah, las discusiones de siempre entre tu hija y la mía, las amenacé y volvió la calma, nada de que preocuparse —contesto guiñándole un ojo.

La mujer sonrió, estaba más tranquila, el escuchar que él hombre bromeara era buena señal.

El cazador se acercó a la cama del chico y notó que de sus ojos cerrados escurrían lágrimas, estaba despertando, rápidamente le pidió a Susan que fuera a buscar a un médico mientras él le hablaba a su hijo.

—Sammy despierta, abre los ojos hijo, sé que puedes, inténtalo por favor Tigre solo una vez… ese es mi muchacho —decía al ver que el chico abría sus grandes ojos verdes mientras le acariciaba el largo cabello.

El muchacho lo miró tristemente, tenía los ojos inundados por las lágrimas, el cazador se sentó en la cama abrazándolo, frotando su espalda como cuando era pequeño y necesitaba consuelo teniendo cuidado de no tocar el vendaje en su espalda.
Sam tenía apoyada su cabeza en su hombro y se aferraba a la camisa de su padre, repetía una y otra vez la misma frase entre sollozos.

—Lo siento Papá, yo no quería hacerlo, lo siento… —repetía llorando.

A pesar de sentirse desconcertado por el llanto de su hijo, John se alegraba de que hubiera despertado. Añoraba abrazar de esa forma a su “pequeño”, no lo hacía desde que el chico era un niño.

—Shh tranquilo Sammy todo está bien, Papá está aquí y no me voy a ir, todo está bien —le murmuraba al oído las mismas palabras que utilizaba para calmarlos cuando eran pequeños, mientras continuaba acariciándole el cabello y frotando su espalda.

Cuando los sollozos se calmaron, lo recostó en la cama, el chico se limpió las lágrimas con el dorso de la mano en un gesto un tanto infantil.

—Papá ¿Me ayudas a levantarme por favor? Estoy un poco mareado, pero tengo que ir al baño —decía tratando de incorporarse.

Su padre lo ayudo a quitase las cobijas de encima, ya de pie lo soltó un momento para buscar otra bata en el closet, riendo veía como el muchacho trataba en vano de cerrar la parte trasera de la que llevaba puesta.

En ese momento la puerta se abrió, eran las dos jóvenes, Sam se encontraba de espaldas a ellas, las chicas al ver el trasero desnudo del muchacho, se cubrieron la cara con las manos.

—¡Sam cúbrete, por Dios! Juro que me acabo de quedar ciega —le gritó Jo.

El chico giró demasiado rápido tanto por la sorpresa de ver a su amiga viva como por tratar de cubrirse, tropezando con el porta-suero a su lado, cayendo los dos al suelo.

El ruido provocó que Dean despertara sobresaltado, rodando del sillón al suelo, desgraciadamente  aterrizando encima de su hermano menor.

En ese momento entraron en la habitación el médico acompañado de una enfermera, al ver el desastre les pidió a las chicas que esperarán afuera cerrando la puerta.

Dean se levantó de un salto pero al otro muchacho lo tuvieron que auxiliar entre el médico y John para ponerse de pie.

Una vez de regreso en la cama, el médico auscultó al paciente, al percibir la mueca de dolor en la cara de Sam cada vez que tocaba su brazo, le pidió a la enfermera que le tomaran una radiografía.

—Papá todavía tengo que ir al baño, urgentemente —dijo avergonzado pero antes de que John se acercara su hermano ya estaba a su lado dispuesto a ayudarlo.

En ese momento sin decir una palabra ambos muchachos se fundieron en un abrazo por largo rato, en el rostro de ambos se reflejaba el alivio de que todo hubiera terminado.

—Chicos realmente no quiero arruinar este momento Hallmark pero Sammy ¿No tenías un asunto urgente que atender? No imagino que quieras tener un accidente creo que estás un poco crecidito para eso y además la enfermera no tarda en regresar y creo que te gustaría usar esto a menos que quieras seguir ventilando tu trasero niño —dijo irónicamente su padre enseñándole la bata en sus manos.

Después de un rato el médico regreso con el diagnóstico, que confirmaba que tenía la muñeca fracturada por el impacto recibido, por lo que tendría que llevar yeso y cabestrillo por ocho semanas.

Una vez que terminó su labor permitió el acceso de los visitantes a la habitación.

Sam les contó el sueño que tuvo omitiendo la parte de los seres sobrenaturales, provocando las risas de las dos chicas y de su hermano, los observo con expresión seria.

—No le veo la gracia, no tienen idea lo angustioso que fue el ver morir a Didi —les decía molesto.

Su amiga sentada en la cama junto a él, lo abrazó con cariño.

—Debes admitir que si la tiene Sam, ¿Dean y yo, casados? Eso solo puede ocurrir en tus pesadillas —dijo alborotándole el cabello.

Todos rieron al ver la expresión de Dean, quién simulaba querer vomitar metiendo sus dedos en la boca y el golpe en la cabeza que le dio Dianne.

—Pues en mi sueño no te veías a disgusto con la situación Dean, de hecho parecías bastante feliz —se burló Sam del gesto de su hermano—. Además no fue agradable el que Bobby me desconociera o que tú me odiaras —dijo poniendo su mirada de cachorro apaleado.

—Además Sasquatch ¿Quién te dijo que yo te quiero? —preguntó Dean sonriéndole.

Bobby se quedo pensativo un momento en su mente imaginaba lo que sería volver a ver a su finada esposa Karen y tener un hijo propio pero lo desechó, no tenía caso pensar en lo que ya no podía ser además tenía a los chicos que más que sus sobrinos adoptivos para él eran como si fueran sus hijos.

Miro al chico en la cama, le recordó al niño que tantas veces estuvo a su cargo cuando John se llevaba a entrenar al mayor o en sus primeras cacerías y después de un momento se acercó a la cama.

—Yo algunas veces quisiera ahorcarlos a ti y a tu idiota hermano pero saben que siempre van a poder contar conmigo niño —dijo Bobby tomándolo afectuosamente por el cuello.

Los Harvelle se encontraban observando la escena desde una esquina del cuarto, se alegraban de que todo hubiera resultado bien ya que ellos mejor que nadie sabían del sufrimiento por el que habían pasado los Winchester en el pasado.

—¿Quién imaginaria que el viejo cascarrabias tenía debilidad por unos chiquillos? —lo bromeo Will.

—Cállate Harvelle, que tú no te quedas atrás —gruño el viejo cazador.

John se sentía agradecido al ver que si alguna vez él llegaba a faltar sus hijos tenían gente que los quería y a pesar de ser adultos los tres no estaban solos y tenían quién viera por ellos pero era demasiado testarudo para admitirlo en voz alta y tenía una reputación de que era poco emotivo y duro.

Solo una persona en la habitación lo había conocido en su otra faceta cuando vivía Mary, la mujer pelirroja sabía que debajo de la apariencia que daba de cazador rudo había un hombre dulce, sensible y con sentido del humor, muy parecido a Sammy y con el que se podía contar siempre, el cual adoraba a sus hijos.

John pasó los dedos entre el cabello largo del chico, dándole un leve tirón.

—Necesitas un corte niño —dijo divertido.

—¡Ashh Papá! No otra vez —contestó cubriéndose la cara con la almohada.

Este gesto provocó las risas de todos en la habitación.

Una enfermera entró para anunciarles que la hora de visita había terminado y su paciente necesitaba descansar además de que eran demasiados en la habitación.

El patriarca de los Winchester se puso de acuerdo con Susan, en casa de ella se quedaba Bobby y en casa de él los Harvelle.

—Papá ¿Por qué no te vas a descansar, duermes y comes algo? Yo me quedo con Sammy y por la mañana me relevas —sugirió su hijo mayor a lo que el cazador estuvo de acuerdo ya que se sentía agotado por los días en vela que había pasado.

Conforme todos fueron saliendo de la habitación se despidieron de ambos muchachos prometiendo regresar al día siguiente, antes de que se fuera Sam le pidió a su padre si al día siguiente le podía llevar unos pantalones de pijama y su camiseta, odiaba las batas de hospital.

Una vez solos ambos muchachos comentaron detalles de la pesadilla del chico, Dean le preguntó si estaba bien.

—Si estoy bien pero si lo hubieras visto Dean nuestra vida era muy diferente, tú eras bastante estirado te la pasabas trabajando y con Didi —dijo con un intento de sonrisa.

Su hermano lo miró sonriendo con un dejo de tristeza en su mirada.

—¿Así que todo estaba bien y vivíamos una vida perfecta de fantasía?... —pero antes de terminar su hermanito lo interrumpió muy serio.

—No lo era, solo era el deseo de que Mamá estuviera viva al igual que Jim, de tener una vida normal sin cacerías pero tú y yo…tú sabes —dijo Sam desviando la mirada.

El otro muchacho adoptó una actitud más seria al ver lo mucho que le afectaba el sueño a su hermano.

—Me alegro que lograras volver y me alegro de la vida que tenemos juntos, no te cambiaría Sasquatch por nada, mucha gente no logra volver y deciden darse por vencidos y quedarse —explicó mirándolo muy serio.

—Que suerte tengo —dijo irónicamente—. Mamá y James estaban vivos, Beth vivía con nosotros, éramos una familia de verdad, tú tenías una vida eras feliz Dean —le contaba a su hermano.

En la mirada del chico había tristeza y cierta duda.

—Si pero era falsa Sam, no era real —remarcó el mayor.

—Tienes razón pero a pesar de todo hubo veces en que quería quedarme, deseaba tanto que de verdad fuera real, nunca en mi vida te vi tan feliz como el día de tu boda y me hizo pensar en cuanto nos ha costado está vida, hemos perdido tanto Dean, tú has sacrificado todo por esto —su voz comenzó a quebrarse y las lágrimas caían en las sábanas.

Sam tenía la cabeza baja y el cabello cubría su cara, Dean no le veía el rostro pero sabía que su hermano estaba llorando.

—Mucha gente está viva gracias a lo que hacemos Sammy, vale la pena, yo sé que no es justo y a veces, joder vaya que duele pero créeme vale la pena. Esa es la razón por lo que seguimos cazando, para ayudar a esa gente —decía su hermano mayor.

Sentía empatía por el dolor de su hermano, a él también le gustaría haber tenido otro tipo de vida pero ésta era su realidad y no podía dar marcha atrás, había personas que sus vidas dependían de lo que ellos hacían.

Se sentó en la cama y abrazó al chico dejando que se desahogara con él, Sam se aferraba a él como si su vida dependiera de ello, después de un rato el muchacho se calmó y lo soltó.

—Dean lo que no entiendo es ¿Por qué yo era así, y si realmente en eso me voy a convertir? —preguntó angustiándose nuevamente.

—Vamos Sammy, en ti no hay un gramo de maldad por Dios, fue una pesadilla y en los sueños pasan las cosas más locas, mejor duérmete y deja de pensar estupideces —le dijo empujándolo para que se recostara—. ¿O mañana voy a tener que decirle a Papá que no obedeces? —le amenazó igual que cuando eran niños, algo que nunca cumplió.

Esto provocó que el muchacho en la cama sonriera y cerrara los ojos.

—Buenas noches Sammy y no te preocupes de nada que aquí estoy yo para eso, ya sabes que es mi trabajo cuidar de ti, descansa —murmuró mientras veía a su hermano quedarse dormido.

Durante los siguientes días se turnaban entre todos para cuidar del menor de los Winchester hasta el día que lo dieron de alta y pudo dejar el hospital, ese día Susan prácticamente obligó al terco cazador para que su hijo se quedara en casa de ella alegando que tanto él como Dean debían volver al trabajo y todavía no era conveniente que Sam se quedara solo, la discusión finalmente la ganó la mujer.

Después de unos días el muchacho se recuperó y la normalidad regreso a sus vidas.